miércoles, 26 de febrero de 2020

TEOLOGÍA BÍBLICA - SOMBRAS DE LA CRUZ EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Representación de Moisés con el rostro resplandeciente - Éxodo 29-35 

1) Moisés:

Moisés ayuno delante de Dios por 40 dias y 40 noches en el monte de Sinaí, lugar donde recibió por
segunda vez las tablas de la Ley (Exodo 34:28). Esto fue después que el pueblo de Israel se hizo un becerro de oro
(Exodo 32). Dios estaba dispuesto a castigar y destruir al pueblo de Israel por este pecado, pero Moisés
intercedió por el pueblo durante esos 40 dias.

"Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua,
a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo" (Dt.9:18)




Representación de Elías en la cueva - 1 Reyes en la cueva.


2)Elías:

Elías pudo ver como su pueblo rendia culto a un falso dios (Baal), y como se habian apartado de su único y Verdadero
Dios. Despues de haber testificado con el poder de Dios sobre los sacerdotes de Baal (1 Reyes 19), huyó ante la amenaza
de muerte (1 Reyes 19:3), y creyéndose el último profeta entre su pueblo, deseó morirse, pues creyó ser menos que sus antecesores
(1 Reyes 19:4). Camino durante 40 días al monte Horeb (Sinaí).

Escondido en una cueva y sin esperanza, Dios le confirma que existe un
remanente en Israel que no ha adorado a Baal, y que debia preparar a Eliseo como sucesor, e ungir a Jehu como rey de
Israel (v.8-18)




Representación de Jesucristo en el desierto - Mt. 4
El ayuno y preparación de Jesucristo fue para un ministerio mucho más trascendente que la de Moisés y Elías. Jesús al igual que Moisés intercedió por su pueblo, pero Jesús no solo intercedió sino que reconcilió, reconcilia y reconciliará a todos los que van a Él.

*"Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos" Jn. 17:20

* "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación." 2 Co. 5:18-19

Al igual que Moisés, conoció la Ley de Dios, pero Él si la cumplió perfectamente para justificar a los pecadores penitentes.

*"No penséis que he venido para abrogar la ley o las profetas; No he venido para abrogar, sino para cumplir" Mateo 5:17

* De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe." Galatas 3:24

Moisés bajó del Sinaí y alumbró con su rostro a su pueblo, por su parte, Jesús es la Luz del mundo y resplandece con su luz en los corazones de todo aquel que se arrepiente.

* "Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte,
no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios." Exodo 34:29

* "Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; El que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida" Juan 8:12

Jesús, al igual que Elías vió el pecado de su pueblo, testificó a los hombres de parte de Dios igual que el profeta, pero de una forma más excelente, pues era Dios mismo caminando. No huyó como Elías para salvar su vida, sino vino a ponerla en
rescate Por muchos.

* "Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado." 1 Reyes 19:3

* " Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos,
porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer." Juan 15:13-15

Elias para testificar a Dios oró al cielo para que descendiera fuego sobre el altar del holocausto. Jesús por su parte no oró al cielo para que descendiera fuego, sino oró a Dios por el perdón de los pecadores, sufriendo él la ira de Dios.

* "Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo,
y aun lamió el agua que estaba en la zanja." 1 de Reyes 18:38

* " Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes." Lucas 23:34

IMPORTANTE: El ayuno es respaldado por El Señor para todo creyente que desee entregarse integralmente, dejando sus necesidades básicas para dedicarse con todo su ser a la oración. No obstante, esto no determina que Dios contestará de forma positiva la oración, más bien los corazones de los hijos de Dios deben descansar confiados en la voluntad de su Creador y Padre tampoco es sinónimo de ser más espirituales que otros. El ayuno nos lleva a pensar en nuestro mediador, en nuestro Señor y salvador, en como glorificarlo, y en como testificar de Él. 


SDG












EL PECADO DE JEROBOAM

"Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá."

"Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto."

"Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví."
1 Reyes 12:26‭-‬28‭, ‬30‭-‬31 RVR1960

Jeroboam, primer Rey de Israel del norte luego de la división por causa de la idolatría de Salomón (1 Re. 11: 1-6).

Jeroboam había huido a Egipto perseguido por Salomón y estuvo allí hasta la muerte del Rey ( 1 Re. 11:40). Camino a Jerusalén Dios le había indicado por mano del Profeta Ahías que Israel se dividiría a causa del pecado de Salomón y que diez de las doce tribus serían gobernada por él (1 Re. 11:29-35).

Este hombre había sido usado para el propio Juicio contra Judá, pero en vez de Gobernar bien, confío en sus propias capacidades y no en la mano de Dios, estaba lejos de Rogar a Dios por la pronta unidad de su nación. Todo lo contrario, su ceguera y confianza en sí mismo le había llevado a pecar y hacer pecar a la casa de Israel.

Era tal la confianza en sí mismo, que no oró a Dios para la dirección correcta.. 

"Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel. Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la Casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá."
1 Reyes 12:25‭-‬27 RVR1960

No había preguntado a Dios sino a su corazón, muchas veces, como creyentes nos envolvemos en una falsa seguridad de nosotros mismos. Es bueno estar fuertes, pero fijémonos en no caer (1 Co. 10:12), sólo la mano de Dios nos sostiene.

Que nuestro cable a tierra sea nuestra convicción de flaqueza, y no nuestra caída, no somos fuertes sin Cristo, no solos, ni mucho menos en nuestro pensamientos.

Que Dios nos ayude a depender de él, pues sin el nada somos.

¿Qué significa "Si el justo con dificultad se salva, en dónde aparecerá el impío y el pecador"? - 1 Pedro 4:17-18



Cuando leemos estos versículos no debemos entender que se refiere a un juicio condenatorio, sino más bien a la purificación de la iglesia. Porque mediante pruebas y tribulaciones es cuando la iglesia persiste en la fe o abandona la fe. Tal cual como el Señor enseño en la parábola del sembrador. 

“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” Mateo 13:20


El pastor John MaCarthur de la Grace Community Church en California, escribe lo siguiente:


“Es mucho mejor y más importante sufrir como resultado de la purificación y el fortalecimiento de Dios para la obra del reino, que sufrir por la eternidad como los incrédulos en el lago de fuego.”


Por otro lado, Mathew Henry escribió sobre el mismo versículo hace un par de siglos:


“Verdad es que los justos apenas se salvan aun los que se proponen andar rectamente en los caminos de Dios. Esto no significa que el propósito y la obra de Dios sean inciertos; pero sólo alude a las grandes dificultades y encuentros duros del camino; que ellos pasan por tantas tentaciones y tribulaciones, por tantas luchas de fuera y tantos temores de dentro. Pero todas las dificultades externas serían como nada si no fuera por la lujuria y la corrupción interna. Estos son los peores impedimentos y dificultades. Si el camino del justo es tan duro, entonces, ¡cuán duro será el final del pecador impío que se complace en el pecado, y piensa que el justo es necio por todos sus dolores! -La única manera de mantener bien el alma es encomendarla a Dios por la oración y la perseverancia paciente en el bien hacer. Él vencerá todo para la ventaja definitiva del creyente.” 

Podría resultar muy difícil de entender que la voluntad de Dios es que el creyente sufra por pregonar la justicia de Dios, pues eso no quita lo evidente, porque la Biblia da testimonio que por la fe muchos innombrados hijos de Dios los cuales el mundo no era digno, pregonaron por la fe su Palabra, a tal punto que no tuvieron cabida en este mundo, andando en cuevas, solos en la tierra, y muchos de ellos sufrieron martirio a causa del mensaje. (Hebreos 11:36-38). Si la voluntad de Dios, así lo requiere, padeceremos por su nombre (1 Pedro 3:17).






domingo, 12 de octubre de 2014

Pecadores en las Manos de un Dios Airado

Jonathan Edwards (5 de octubre de 1703 – 22 de marzo de 1758)

Este es su famoso sermón predicado en julio de 1741. 

"A su tiempo su pie resbalará" (Deuteronomio 32:35). 

En este versículo la venganza de Dios amenazaba sobre los israelitas impíos e incrédulos, que eran el pueblo visible de Dios, y quienes vivieron bajo los medios de la gracia; pero quienes no obstante todas los obras maravillosas de Dios para con ellos, permanecieron (como dice el v.28) desprovistos de consejos, no teniendo entendimiento en ellos. De todos los cultivos del cielo, sacaron a luz frutos amargos y venenosos; como en los dos versículos que preceden al texto. -La expresión que he escogido para mi texto, A su tiempo su pie resbalará, parece indicar las siguientes cosas con respecto al castigo y destrucción a que están expuestos estos impios israelitas.

1. Estuvieron siempre expuestos a destrucción; como uno que permanece o camina en lugares resbaladizos está siempre expuesto a la caída. Esto está implicado en la manera de su destrucción cuando viene hacia ellos, estando representada por sus pies resbalando. Lo mismo es expresado en el Salmo 73:18."Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer."

2. Implica que estuvieron siempre expuestos a una rápida destrucción repentina. Como el que camina en lugares resbaladizos está expuesto en cada momento a caer, no puede predecir si al siguiente momento permanecerá de pie o caerá; y cuando cae, cae de un sopetón sin advertencia, lo cual está también expresado en el Sal.73:18-19. "Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente!"

3. Otra cosa implicada es, que están expuestos a caer por ellos mismos, sin ser arrojados a tierra por la mano de otro; como aquel que permanece de pie o camina en suelo resbaladizo no necesita otra cosa que su propio peso para caer al suelo.

4. La razón por la que no han caído todavía, ni caen ahora, es solamente porque el tiempo señalado por Dios no ha llegado. Porque se dice que cuando ese esperado tiempo, o momento señalado Ilegue, sus pies resbalarán. Luego se dejarán caer, de la manera en que están inclinados a ello por su propio peso. Dios no lossostendrá ya más en estos lugares resbaladizos, sino que los dejará ir; y luego, en ese mismo instante caerán en destrucción; como aquel que se encuentra en suelos inclinados y resbalosos, o en el filo de un abismo, que no puede mantenerse firme por sí solo; cuando se deja sin apoyo, inmediatamente cae y se pierde.

La observación de estas palabras en las que voy a insistir ahora es ésta: "No hay otra cosa que mantenga a los hombres impíos fuera del infierno en todo momento que el mero placer de Dios." Por el mero placer de Dios quiero significar su placer soberano, su voluntad arbitraria, no restringida por ninguna obligación, ni impedida por ninguna dificultad, ni ninguna otra cosa; como si la pura voluntad de Dios no tuviera ni un momento,en el menor grado, o en ningún otro aspecto, ningún lugar en la preservación de los impíos. La verdad de esta observación aparece al considerar lo siguiente:

1. Dios no desea en ningún instante hacer muestra de su poder arrojando a los impíos en el infierno. Los manos de los hombres no pueden ser fuertes cuando Dios se levanta; el más fuerte no tiene poder para resistirle, ni puede librarse de sus manos. El no sólo es capaz de arrojar a los impíos en el infierno, sino que puede hacerlo fácilmente. Algunas veces un príncipe terrenal se encuentra con la dificultad de sujetar a un rebelde que ha encontrado medios para fortificarse a sí mismo, y se ha hecho fuerto por el número de sus seguidores. Pero no es así con Dios. No hay Fortaleza que sea defensa contra el poder de Dios.

Aunque mano se una con mano, y una vasta multitud de los enemigos de Dios se combinen y asocien, son fácilmente quebrados en pedazos. Son como grandes montones de paja ligera ante el torbellion; o grandes cantidades de rastrojo seco ante llamas devoradoras. Encontramos fácil pisotear y aplastar un gusano que vemos arrastrarse en la tierra; también es fácil para nosotros cortar o chamuscar un hilo delgado que agarre cualquier cosa; y así es fácil para Dios, cuando le place, arrojar a sus enemigos al infierno. ¿Qué somos nosotros para que permanezcamos de pie frente a El, ante cuya reprensión la tierra tiembla, y las rocas son arrojadas?

2. Ellos merecen ser echados en el infierno; de manera que si la justicia divina se encuentra en el camino, no hay objeción eficaz contra el uso del poder de Dios para destruirlos. Antes, por el contrario, la justicia clama fuertemente por un castigo infinito de sus pecados. La justicia divina dice del árbol que da a luz las uvas de Sodoma, "córtalo, ¿para qué inutiliza también la tierra?" (Luc. 13:7). La espada de la justicia divina está en cada momento blandeada sobre sus cabezas, y no es otra cosa que la misericordia arbitraria y la pura voluntad de Dios que la detiene.

3. Ellos ya están bajo una sentencia de condenación al infierno. No sólo merecen justamente ser arrojados alli, sino que la sentencia de la ley de Dios, esa regla eterna e immutable de justicia que Dios ha fijado entre El y la humanidad, ha ido en su contra, y permanece en su contra; de manera que ya están dispuestos para el infierno. "El que no cree, ya ha sido condenado" (Juan 3:18). De modo que cada inconverso pertenece propiamente al infierno; ese es su lugar; de alli es él. "Vosotros sois de abajo" (Juan 8:23), y allí estáis atados; es el lugar que la justicia, la palabra de Dios, y la sentencia de su ley immutable les han asignado.

4. Ellos ahora son los objetos de ese mismo enojo e ira de Dios que es expresado en los tormentos del infierno. Y la razón por la que no bajan al infierno en cualquier momento, no es porque Dios, en cuyo poder están, no está entonces muy enojado con ellos, como lo está con muchas criaturas miserables que ahora están siendo atormentadas en el infierno, y allí sienten y experimentan el furor de su ira. Si, Dios está más eno-jado con otros tantos que ahora están en la tierra; sí, sin duda lo está con muchos que están ahora en estacongregación, con quienes está airado con más facilidad que con muchos de los que se encuentran ahora en las llamas del infierno. Pero no es porque Dios se haya olvidado de su impiedad ni se resienta por ello la razón por la que no desata su mano y los corta. Dios no es enconjunto como uno de ellos, para ellos su condenación no se duerme; el abismo está preparado, el fuego ya está listo, el horno esta caliente, listo para recibirlos; las llamas se inflaman y arden. La espada resplandeciente está afilada y se sostiene sobre ellos, y el abismo ha abiertosu boca bajo ellos.

5. El diablo esta listo para caer sobre ellos y asirlos para sí; momento que Dios permitirá. Ellos le pertenecen; él tiene sus almas en su posesión y bajo su dominio. La Escritura los representa como sus buenas dadivas (Luc.11:13). Los demonios los vigilan; siempre están a su diestra por ellos; permanecen esperando por ellos como leones hambrientos y codiciosos que ven su presa y esperan tenerla, pero por el momento se retienen. Si Dios retirara su mano, por la cual ellos son restringidos, volarían sobre sus pobres almas. La serpiente antigua los mira con asombro; el infierno abre su amplia boca para recibirlos; y si Dios lo permitiera serían apresuradamente tragados y se perderían.

6. En las almas de los impíos reinan principios infernales que estuvieran actualmente encendidos y llameando en el infierno de fuego si no fuera por las restricciones de Dios. En la naturaleza de cada hombre carnal está colocado un fundamento para los tormentos del infierno. Hay esos principios corrompidos reinando y en plena posesión de ellos, que son la semilla del infierno de fuego. Estos principios son activos y poderosos, excesivos y violentos en su naturaleza, y si no fuera por la mano restringente de Dios pronto estallarían y se inflamarían de la misma manera que loharían las corrupciones y enemistad en los corazones de las almas condenadas, y engendrarían los mismos tormentos que crean en ellos. Las almas de los impíos son comparadas en la Escritura al mar en tempestad (Is.57:20). Por el presente, Dios restringe su impiedad por medio de su gran poder, de la misma manera en que hace con las coléricas ondas del mar turbulento, diciendo, "hasta aquí llegarás y no pasarás;" pero si Dios retirara ese poder restringente, rápidamente se llevaría todo por delante. El pecado es la ruina y la miseria del alma; es destructiva en su naturaleza; y si Dios lo dejara sin restricción no faltaría nada para hacer al alma algo perfectamente miserable. La corrupción del corazón del hombre es inmoderada e ilimitada en su furia; y mientras el impío vive aquí es como un fuego contenido por las restricciones de Dios, que si fuera dejado en libertad atacaría con fuego el curso de la naturaleza; y ya que el corazón es ahora un montón de pecado, de no ser restringido, inmediatamente convertiría el alma en un horno ardiente, o en un horno de fuego y azufre.

7. No es seguridad para los impíos el que en ningún momento haya medios visibles de la muerte a la mano. No es seguridad para un hombre natural el que está ahora en salud ni el que no vea ninguna manera en la que pueda ahora partir inmediatamente de este mundo por algún accidente, ni el que no haya ningú peligro visible en ningún aspecto en sus circunstancias. La experiencia múitiple y continua del mundo en todas lasedades muestra que no hay evidencia de que un hombre no está en el borde de la eternidad, y de que el próximo paso no sea en otro mundo. Lo invisible, el olvido de modos y medios por los que las personas salen súbita- mente del mundo son innumerables e inconcebibles. Los hombres inconversos caminan sobre el abismo del infierno en una cubierta podrida, y hay innumerables lugares tan débiles en esta cubierta que no pueden soportar su peso; lugares que además no se ven a simple vista. Las flechas de la muerte vuelan a mediodía sin ser vistas; la vista más aguda no las puede discerner. Dios tiene tantas maneras diferentes e inescrutables de tomar al impío fuera del mundo y enviarlos al infierno, que no hay nada que haga parecer que Dios tuviera necesidad de estar a expensas de un milagro, o salirse fuera del curso de su providencia, para destruir al impío en cualquier instante. Todos los medios por los que los impíos parten del mundo están de tal manera en las manos de Dios, y tan universal y absolutamente sujetos a su poder y determinación, que no depende sino de la pura voluntad de Dios el que los pecadores vayan en cualquier momento al infierno, el que los medios nunca sean usados o estén involucrados en el caso.

8. La prudencia y el cuidado de los hombres natu- rales para preserver sus propias vidas, o el cuidado de otros para preservarlos a ellos, no les brinda seguridad en ningú momento. De esto dan testimonio la providencia divina y la experiencia universal. Hay la clara evi- dencia de que la propia sabiduría de los hombres no es seguridad para ellos cuando están frente a la muerte; si fuera de otra manera veríamos alguna diferencia entre los hombres sabios y politicos y los demás con respecto a su propensión a una muerte temprana e inesperada; pero ¿cómo es esto en los hechos? "También morirá el sabio como el necio" (Ecl.2:16).

9. Todas las luchas y maquinaciones que los hom- bres impíos usan para escapar del infierno, mientras continúan rechazando a Cristo, permaneciendo así como impíos, no les libra del infierno en ningún momento. Casi todo hombre natural que oye del infierno se adula a sí mismo de que escapará; depende de sí mismo para su seguridad; se lisonjea a si mismo en lo que ha hecho, en lo que está haciendo, o en lo que intenta hacer. Cada quien dispone cosas en su mente sobre cómo evitará la condenación, y se engaña a si mismo planeando su propio bien, y pensando que sus esquemas no fallarán. Ellos oyen sin embargo que son pocos los que se salvan, y que la mayor parte de los hombres que han muerto hasta ahora han ido al infierno; pero cada quien se imagina que planea mejores cosas para su escape que lo que otros han hecho. El no pretende ir a ese lugar de tormento; dice dentro de si que intenta tomar cuidado eficaz, y ordenar las cosas de tal manera que no falle.
Pero los hijos insensatos de los hombres se engañan miserablemente a Si mismos en sus propios esquemas, y en confianza de su propia fuerza y sabiduria; no confían en más que una mera sombra. La mayoria de esos que hasta ahora han vivido bajo los mismos medios de gracia y han muerto, han ido indudablemente al infierno; la razón no es que ellos no eran tan sabios como los que ahora estan vivos; no fue porque no planearon cosas que les aseguraran su escape. Si pudiéramos hablar con ellos, y preguntaries, uno por uno, si ellos esperaban cuando vivos y cuando oian hablar acerca del infierno que serian objetos de esa miseria, indudablemente escucharíamos uno por uno contestar: "No, yo nunca pretendí venir aquí; había dispuesto las cosas de otra manera en mi mente; pensé haber planeado el bien para mi; ideé un buen patrón. Intenté tomar un cuidado eficaz; pero vino sobre mí inesperadamente. No lo esperaba en ese momento y de esa manera; vino como un ladrón. La muerte me burló. La ira de Dios fue demasiado rápida para mi. 0h mi maldita insensatez! Me estaba engañando y agradando con sueños vanos acerca de lo que yo haría en el más allá; y cuando me encontraba diciendo, 'paz y seguridad,'vino sobre mi destrucción repentina."

10. Dios en ningún momento se ha puesto bajo ninguna obligación por alguna promesa que haya dado, de mantener al hombre natural fuera del infierno. Ciertamente Dios no ha dado promesas acerca de la vida eterna o de alguna liberación o preservación de la muerte eterna, sino aquellas que están contenidas en el pacto de gracia, las promesas son sí y amén. Pero segu- ramente aquellos que no son hijos del pacto, que no creen en ninguna de las promesas, no tienen interés en las promesas del pacto de gracia, y no tienen interés en el Mediador del pacto. De manera que, aunque alguno haya tenido imagi- naciones y pretensiones acerca de promesas hechas a hombres naturales que buscan con sinceridad, es claro y manifiesto que no importa los dolores que un hombre natural sufra en la religión, ni las oraciones que haga, asta que no crea en Cristo, Dios no está de ninguna anera bajo la obligación de librarlo en ningún momento de la destrucción eterna. De manera que así es que los hombres naturales son tornados en la mano de Dios sobre el abismo del infierno; se han merecido el fiero abismo, y ya están sentenciados a él; Dios ha sido terriblemente provocado, su ira es tan grande hacia ellos como la de esos que están actualmente sufriendo las ejecuciones de la furia de su ira en el infierno, y no han hecho nada en lo más mínimo para apaciguar o disminuir ese enojo, ni está Dios atado en lo más minimo a ninguna promesa de levantarlos en ningún momento.
El diablo está esperando por ellos, el infierno está abierto de par en par para ellos, las llamas se reúnen y centellean a su alrededor, los atraparán y tragarán; el fuego contenido en sus corazones está luchando para estallar; y ellos no tienen ningún interés en ningún mediador; no hay medios al alcance que les puedan servir de seguridad. En resumen, no tienen refugio, nada de que aferrarse; todo lo que los preserva en todo instante es la pura voluntad y la paciencia no pactual ni obligada de un Dios encolerizado.

APLICACION

Este terrible tema puede ser útil para hacer despertar algunas personas inconversas en esta congregación. Esto que has oído es el caso de cada uno de ustedes que se encuentra fuera de Cristo. Ese mundo de miseria, ese lago de azufre ardiente se extiende debajo de ti. Allí está el espantoso abismo de las llamas ardientes de la ira de Dios; alli está la ancha boca del infierno abierta de par en par; y no tienes nada sobre que permanecer en pie, ni nada de donde agarrarte; no hay nada entre ti y el infierno sino sólo el aire; es tan sólo el poder y el puro placer de Dios el que te soporta.
Posiblemente no eres sensible a esto; te ves fuera del infierno, pero no ves la mano de Dios en ello; pero contempla otras cosas, como el buen estado de tu con- stitución corporal, el cuidado de tu propia vida, y los medios que usas para tu preservación. Pero verdaderamente estas cosas son nada; si Dios retirara su mano, ellas no te beneficiarían más en cuanto a evitar tu caída, que lo que hace el delgado aire al sujetar una persona que se suspende en él.
Tu impiedad te hace como si fueras tan pesado como el plomo, y te dirigirá hacia abajo con gran peso y presión directo al infierno; y si Dios te dejara caer, inmediatamente te sumergerías y rápidamente descenderías dentro del golfo sin fondo; y tu constitución saludable, y tu propio cuidado y prudencia, y tu mejor plan, y toda tu justicia, no tendrían más influencia para sujetarte y librarte del infierno, que lo que una tela de araña puede hacer para frenar una roca al caer.
De no ser por el soberano placer de Dios, la tierra no te sostendría un instante porque eres una carga para ella. La creación gime contigo; la criatura está hecha sujeta a la esclavitud de tu corrupción, no para ayudarte voluntariamente a servir al pecado y a Satanás; la tierra no produce su incremento voluntariamente para satisfacer tus pasiones; ni es voluntariamente un escenario sobre el que tus impiedades actúen; el aire no te sirve voluntariamente para mantener la llama de vida de tus órganos vitales, mientras pasas tu vida al servicio de los enemigos de Dios. Las criaturas de Dios son buenas, y fueron hechas para que el hombre sirviera a Dios con ellas, y para que no sirvieran voluntariamente a ningún otro propósito, y para que gimieran cuando eran usadas para propósitos tan directamente contrarios a su naturaleza y fin. El mundo te vomitaría de no ser por la mano soberana de Aquel que lo tiene sujetado en esperanza. Las negras nubes de la ira de Dios están ahora flotando directamente sobre sus cabezas, llenas de terribles tormentas y truenos; y de no ser por la mano restringente de Dios hubieran reventado inmediatamente sobre ti. El placer soberano de Dios, por el presente, detiene su viento agitado; de otro modo vendria con furia, y tu destrucción llegaría como torbellino. Serias como la paja menuda del suelo de trillo del verano.
La ira de Dios es como grandes aguas que están destinadas para el presente; aumentan más y más, y crecen más y más, hasta que la salida sea dada. Y mientras se detenga la corriente, más rápido y poderoso será su curso cuando sean desatadas. Es verdad que el juicio contra tus obras perversas no ha sido ejecutado todavia; los diluvios de la venganza de Dios han sido retenidos; pero tu culpa entretanto está constantemente aumentando, y está cada día atesorando más ira; las aguas están aumentando constantemente, y creciendo más y más poderosas; y no hay nada fuera del puro placer de Dios que refrene las aguas, las cuales no quieren ser detenidas, y presionan duramente para ir hacia adelante. Si Dios tan sólo retirara su mano de la compuerta, se abriría inmediatamente, y los fieros diluvios del furor e ira de Dios empujarian con furia inconcebible, y vendría sobre ti con poder omnipotente; y si tu fuera fuera diez mil veces mayor que lo que es, sí, diez mil veces mayor que la fuerza del más corpulento y robusto diablo en el infierno, no sería nada para resistirla o soportarla.
El arco de la ira de Dios está encorvado, la flecha lista en la cuerda, y la justicia dirige la flecha a tu corazón, y estira el arco, y no es otra cosa que el mero placer de Dios, y el que un Dios airado que sin ninguna promesa y obligación del todo, retiene la flecha de embriagarse con tu sangre. Asi todos los que de ustedes nunca han pasado por un gran cambio de corazón, por el gran poder del Espiritu de Dios sobre sus almas; todos los que de ustedes nunca han nacido de nuevo, ni han sido hechos nuevas criaturas, ni han sido levantados de la muerte en el pecado a un nuevo estado, ni han experimentado la luz y la vida, están en las manos de un Dios airado. Aunque hayan reformado sus vidas en muchas cosas, y hayan tenido afecciones religiosas, y hayan podido mantener cierta forma de religión con sus familiares y cercanos, y aún en la casa de Dios, no es otra cosa que Su mero placer que los preserva de ser consumidos en la destrucción eterna. No importa cuán poco convencidos estén ahora de la verdad que oyen, a su tiempo estarán plenemente convencidos de ella. Aquellos que han partido estando en las mismas circunstancias en que están ustedes, ven que asi fue con ellos; porque la destrucción vino bruscamente sobre la mayoría de ellos; cuando no la esperaban, y mientras esta- ban diciendo, 'paz y seguridad.'Ahora ven, que esas cosas en las que dependían para la paz y la seguridad, no eran más que un aire delgado y una sombra vacia. El Dios que te sostiene sobre el abismo del infierno, mas que uno que sostenga una araña, o cualquier insecto asqueroso sobre el fuego, te aborrece, y ha sido terriblemente provocado. Su ira hacia ti se enciende como fuego; te ve como digno, pero no para otra cosa que para ser echado en el fuego; es tan puro de ojos que no puede mantenerte a su vista; eres diez mil veces más abominable a sus ojos que lo que la serpiente venenosa más odiada es a los nuestros. Le has ofendido infinitamente más que lo que un rebelde obstinado ofende a su principe; y sin embargo, no es otra cosa que su mano la que te sostiene de caer en el fuego en cualquier momento. No debe ser atribuido a nadie más el que no hayas ido al infierno la última noche; el que hayas sufrido otra vez el despertar en este mundo, después de haber cerrado los ojos para dormir. Y no hay otra razón que dar de por qué no has caído en el infierno desde que te levantaste en la mañana, que el hecho de que la mano de Dios te ha sostenido. No hay otra razón que dar de porq ué no has ido al infierno, desde que te sentaste aqui en la casa de Dios, provocando sus ojos puros por tu modo pecaminoso e impío de atender a su solemne adoración. Si, no hay otra cosa que dar como razón de por qué no caes en el infierno en este preciso momento. Oh, pecador, considera el terrible peligro en que estás. Es sobre un horno de ira, un abismo amplio y sin fondo, lleno del fuego de la ira, en el que estás soportado por la mano de Dios, cuya ira ha sido provocada e inflamada tanto contra ti, como contra muchos de los ya condenados en el infierno. Cuelgas de un hilo delgado, con las llamas de la ira divina destelleando alrededor, y listas en todo momento para chamuscarlo y quemarlo en dos; y no tienes interés ni por un instante en ningún Mediador, ni en nada en qué aferrarte para salvarte a ti mismo, ni para librarte de las llamas de la ira. Ni siquiera hay algo en ti, nada de lo que hayas hecho ni puedas hacer, para inducir a Dios a per- donarte. Por eso te pido que consideres los siguientes puntos de modo más particular:

1. Mira de quien es la ira. Es la ira de un Dios infinito. Si fuera solamente la ira de un hombre, aunque fuera la del príncipe más poderoso, sería comparativamente pequeña para ser considerada. La ira de reyes es mucho más terrible, especialmente la de monarcas absolutos, que tienen las posesiones y las vidas de sus súbditos enteramente en su poder para disponer de ellas a su mera voluntad. "Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; el que to enfurece peca contra sí mismo" (Prov.20:2). El súbdito que se encoleriza mucho contra un príncipe arbitrario, está expuesto a sufrir los tormentos más extremos que el arte humano puede inventar o que el poder humano puede infligir. Pero las más grandes potestades terre- nales, en su mayor majestad y fuerza, cuando están vestidos de sus más grandes terrores, no son mas que gusanos débiles y despreciables de la tierra en comparación al Gran y Todopoderoso Creador y Rey del cielo y a tierra. Es en realidad poco lo que ellos pueden hacer n el momento en que ellos están más encolerizados, y cuando han ejercido el extremo de su furia. Todos los reyes de la tierra son como langostas ante Dios; son nada y menos que nada; tanto su amor como su odio son tornados en poco. La ira del gran Rey de reyes es tanto más terrible que la de ellos, como lo es su majestad. "Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y duspués nada máss pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed" (Luc. 12:4,5).

2. Es a la furia de su ira a la que estás expuesto. A menudo leemos de la furia de Dios; como en Is.59:18. "Como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios." Así también Is.66:15. "Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su represión con llama de fuego." Y en muchos otros lugares. También Ap.19:15; allí leemos de "el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso." Las palabras son en extremo terribles. Si solamente se hubiera dicho, "la ira de Dios," los términos implicarían algo infinitamente terrible; pero es "el furor y la ira de Dios." iLa furia de Dios! ¡el furor de Jehová! ¡Oh, cuán terrible debe ser eso! ¿Quién puede pronunciar o concebir lo que estas expresiones implican en sí mismas? Pero además, "el furor y la ira del Dios Todopoderoso." Como si hubiera una gran manifestación de su poder omnipo- tente en lo que el furor de su ira realiza; como si la omnipotencia estuviera encolerizada y ejercida de tal manera que los hombres no pueden ejercer su fuerza en contra del furor de su ira. Oh! entonces, ¡cuál será la consecuencia! ¡Qué será de aquellos pobres qusanos que la sufrirán! ¿Quién tendrá manos fuertes para esto? ¿Qué corazón la podrá resistir? ¡A qué terrible, indecible, inconcebible profundidad de miseria está sumergida la pobre criatura que esté sujeta a esto! Considera esto, tú que estás aqui presente, y aún permaneces en un estado no regenerado. Que Dios eje- cutará el furor de su enojo, implica, que El infligirá su ira sin piedad. 

Cuando Dios observe la extremidad inefable de tu caso, y vea tu tormento estar tan vastamente desproporcionado a tu fuerza, y vea cómo tu pobre alma es molida, y se hunde como si estuviera en tinieblas infinitas; no tendrá compasión de ti, no contenderá las ejecuciones de su ira, y ni siquiera aligerará su mano no habrá moderación ni misericordia, no apaciguará su viento agitado; no tendrá cuidado de tu bienestar, ni será en ningún sentido cuidadoso, a menos que sufras mucho más en cualquier otra manera, que lo que sufrirías con lo que la justicia estricta requiere. Nada será retenido por el hecho de que sea demasiado fuerte de sobrellevar. "Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré (Ez.8:18). Ahora Dios está presto a tener piedad de ti; este es un día de misericordia; puedes gritar ahora con el aliento de obtener misericordia. Pero cuando el día de misericordia pase, tus gritos y chillidos de lamento y dolor serán en vano; estarás enteramente perdido y alejado de Dios, como para que nadie se interese en tu bienestar. Dios no tendrá otra cosa que hacer contigo que ponerte a sufrir miseria; no continuarás en existencia para otro fin que no sea ese; porque serás un vaso de ira preparado para destrucción; y no habrá otro uso para este vaso, que ser llenado a plenitud de ira. Dios estará tan lejos de tener piedad de ti cuando grites, que se dice que solamente "reirá y se burlará" (Prov.1:25,26ss).
Cuán terribles son esas palabras, las cuales proceden del gran Dios, "los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas" (Is.63:3). Es quizás imposible concebir otras palabras que expresen con más claridad la idea de despre- cio, odio, y furia de indignación. Si clamas a Dios para que tenga piedad de ti, El estará tan lejos de hacer tal cosa en tu doloroso caso, o de mostrarte ningún cuidado o favor, que, en lugar de ello, te hollará bajo sus pies. Y aunque sabrá que no podrás sobrellevar el peso de la omnipotencia sobre ti, no tendrá consideración, sino que te aplastará bajo sus pies sin misericordia; hará volar tu sangre al molerte, y salpicará sobre sus vestidos, de tal manera que manchará todas sus ropas. No sólo te odiará, sino que te tendrá bajo el desprecio más extremo; no habrá otro lugar más adecuado para ti que el estar bajo sus pies, ser pisoteado como el fango de las calles.

3. La miseria a la que estás expuesto es aquella que Dios infligrá con el fin de mostrarte lo que la ira de Jehová es. Dios ha tenido en su corazón el mostrar a los ángeles y a los hombres cuán excelente es su amor, y también cuan terrible es su ira. Algunas veces los reyes terrenales tienen en mente mostrar cuán terrible es su ira, por los castigos extremos que ejecutan en contra de aquellos que le provocan. Nabucodonosor, ese monarca poderoso y orgulloso del imperio caldeo, estuvo presto a mostrar su ira cuando se encolerizó contra Sadrac, Mesac y Abednego; y de esa manera dió orden de que el fiero horno ardiente fuera calentado siete veces más de como estaba. Sin duda, fue levantado al grado más extremo de furor que el arte humano podia levantar.

Pero el gran Dios está también presto a mostrar su ira, y magnificar su terrible majestad y omnipotencia, en los sufrimientos extremos de sus enemigos. "¿Y qué, si Dios, querien domostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?" (Rom.9:22). Y viendo que ésta es su diseño, aquello que El ha determinado, mostrar cuán terrible es la ira, la furia y el furor de Jehová cuando no es refrenada, El lo llevará a cabo. Sucederá ante un tes- tigo algo que será espantoso. Cuando el gran Dios airado se haya levantedo y ejecutado su terrible venganza sobre el pobre pecador, y cuando el miserable esté sufriendo el peso y el poder infinito de su indignación, entonces Dios llamará al universo completo para que contemple esa terrible majestad y omnipotencia que será vista en elia. "Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipóritas" (Is.33:12-14). Asi sera con aquellos de ustedes que están en un estado de no conversion, si continuán en él. El poder infinito, la majestad y lo terrible del Dios omnipotente será magnificado sobre ti, en la inefable fuerza de tus tormentos. Serás atormentado en la presencia de los san- tos ángeles, y en la del Cordero; y cuando te encuentres en ese estado de sufrimiento, los habitantes gloriosos del cielo irán y verán el terrible espectáculo, para que puedan ver lo que es la ira y el furor del Todopoderoso; y cuando lo hayan visto, caerán y adorarán es gran poder y majestad. "Y de mes en mes, y de día de reposo, en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mi, dijo Jehová. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre" (Is.66:23-24).

4. Es una ira eterna. Sería terrible sufrir este furor y esta ira del Dios Todopoderoso por un momento; pero debes sufrirla por toda la eternidad. No habrá fin para esta aguda y horrible miseria. Cuando mires hacia delante, verás un largo para siempre, una duración infinita ante ti, la cual tragará tus pensamientos, y sor- prenderá tu alma; y estarás absolutamente desesperado de no tener liberación, de no tener fin, de no mitigar, de no tener reposo del todo. Conocerás ciertamente que deberás consumirte luchando contra esta venganza todopoderosa y ausente de misericordia durante largas edades, millones de millones de edades. Y cuando así lo hayas hecho, cuando esas tantas edades hayan pasado sobre ti de esa manera, conocerás que eso es sólo un punto de lo que queda. De manera que tu castigo será verdaderamente infinito. ¡0h, quién puede expresar cuál es el estado del alma en tales circunstancias! Todo lo que podamos decir acerca de ello solamente da una rep- resentación muy débil; es inexpresable e inconcebible, porque "¿quién conoce el poder de la ira de Dios?"
¡Cuán terrible es el estado de esos que diariamente y a cada hora están en peligro de esta gran ira y miseria infinita! Pero ese es el lúgubre caso de cada alma en esta congregación que todavia no ha nacido de nuevo, no importa cuán moralistas, estrictos, sobrios y religiosos puedan ser. ¡Oh, si tan sólo consideraras esto, ya seas joven o viejo! Hay razón para pensar, que hay muchos ahora en esta congregación oyendo este discurso, que eventualmente serán sujetos de esta miseria por toda la eternidad. No sabemos quiénes son, ni en qué asientos están, ni qué pensamientos tienen ahora. Puede que ahora están cómodos, y oigan todas estas cosas sin mucha turbación, y están ahora engafidndose a sí mis- mos de que ellos no son esas personas, prometiéndose también que escaparán. Si conociéramos de una per sona, sólo de una en esta congregación, que fuera sujeto de esta miseria, ¡qué terrible sería pensar en ello! Si supiéramos quíen es, ¡qué vista más terrible fuera el mirar a tal persona! ¡Cómo surgiría un grito de lamento amargo por él de parte del resto de la congregación! Pero ¡ay! en lugar de uno, ¡cuántos de ustedes recor- darán este discurso en el infierno! Sería un milagro si algunos de los que están ahora presentes no se encontraran en el infierno dentro de poco tiempo, o antes de que este año termine. Y no seria un milagro si algunas personas, de las que ahora están aquí sentadas en algunos asientos de esta casa de reunión, en salud, qui- etos y seguros, se encuentren allí antes de mañana en la mañana. Aquellos de ustedes que continúen en un estado natural, que piensen que serán librados del infierno más tiempo, ¡estarán allí en poco tiempo! su condenación no se tarda; vendrá velozmente, y, con toda probabilidad, muy prontamente, sobre muchaos de ust- edes. Ustedes tienen razón al admirarse de que no están ya en el infierno. Es dudoso el caso de algunos que ust- edes han visto y conocido, que nunca merecieron el infierno más que ustedes, y que una vez parecieron igualmente estar vivos como ustedes.

Su caso ha per- dido toda esperanza; ahora están gritando en extrema miseria y perfecta desesperación; pero ustedes están aquí en la tierra de los vivientes, en la casa de Dios, y tienen una oportunidad de obtener salvación. ¡Qué no darían esas pobres, condenadas y desesperanzadas almas por un día de oportunidad como el que ahora disfrutas! Y ahora tienes una oportunidad extraordinaria, un día en el que Cristo tiene ampliamente abierta la puerta de la misericordia, permanece allí llamando, y gritando con alta voz a los pobres pecadores; un día en el que muchos están uniéndose a El, y apresurándose a entrar en el reino de Dios. Muchos vienen diariamente del este, oeste, norte y sur; muchos que estuvieron últimamente en la misma condición miserable en que están ustedes, y que ahora están en un estado de alegría, con sus cora- zones llenos de amor por aquel que los amó y los lavó de sus pecados con su propia sangre, y se gozan en la esperanza de la gloria de Dios.¡Cuán terrible será ser echado a un lado en aquel día! ¡Ver a tantos festejando, mientras te estás consumiendo y pereciendo! !Ver a tantos regocijándose y cantando con gozo del corazón, mientras tienes motivo para lamentarte con pena inte- rior, y clamar a gritos con vejación del espíritu! ¿Cómo pueden descansar aun un momento en tal condición? ¿No son sus almas tan preciosas como las almas de la gente de Suffield (un pueblo de las inmediaciones) que están yendo a Cristo día tras día? No hay muchos de ustedes aqui que han vivido un largo tiempo en el mundo, y hasta este día no han nacido de nuevo? y son así extranjeros de la nación de Israel, y no han hecho otra cosa desde su existencia que atesorar ira en contra del día de la ira?

Oh, señores, su caso, en una manera especial, es peligroso en extremo. Su culpa y dureza de corazón es extremadamente grande. No ven ustedes cómo generalmente las per- sonas de su edad son pasados por alto y dejados en el notable presente y maravillosa dispensación de la mis- ericordia de Dios? Tienen necesidad de considerarse a ustedes mismos, y despertar por completo del sueño. No pueden Ilevar la carga del furor y la ira del Dios infinito. Y ustedes, hombres y mujeres jóvenes, negarán esta preciosa época que ahora disfrutan, cuando tantos otros de su edad están renunciando a todas las vanidades juveniles, y yendo a Christo? Tienen ahora una oportunidad extraordinaria; pero si la rechazan, les pasará como a esas personas que gastaron todos los días preciosos de su juventud en el pecado, y ahora han pasado a un estado de ceguera y endurecimiento. Y ustedes, hijos, que están sin convertir, no saben que van al infierno, a sobrellevar la terrible ira de ese Dios, que ahora está enojado contigo cada día y noche? Estarán ustedes con- tentos de ser hijos del diablo, cuando tantos otros niños en la tierra están convertidos, y han venido a ser los hijos santos y alegres del Rey de reyes? Que cada uno que esté sin Cristo, y colgando sobre el abismo del infierno, ya sea anciano o anciana, de mediana edad, joven o niños, oigan ahora los fuertes llamados de la palabra y la providencia de Dios. Este año aceptable del Señor, un día de tanto favor para algunos, será sin lugar a dudas un dia de notable venganza para otros. Los corazones de los hombres se endurecerían, y su culpa se incrementaría aprisa en un día como éste, si niegan salud a sus almas. Nunca hubo tanto peligro para estas personas de ser entragadas a la dureza de corazón y ceguera de mente. Dios ahora parece estar reuniendo apresuradamente a sus escogidos de todas partes de la tierra; y probablemente la mayor parte de los adultos que se salvarán, serán traídos dentro de poco tiempo, y será como el gran repartimiento del Espíritu sobre los judios en los días de los apóstoles. Los elegidos obtendrán la salvación, y el resto será cegado. Si éste fuera tu caso, maidecirás este día eternamente, y maldecirás el dia en que naciste al ver el tiempo de repartimiento del Espíritu, y desearás haber muerto e ido al infierno antes de haberlo contemplado. Ahora, indudablemente, como lo fue en los dias de Juan el Bautista, el hacha está colocada de una manera extraordinaria a la raíz de los árboles, para que todo árbol que no dé buen fruto, sea cortado, y arrojado al fuego. Por tanto, que todo aquel que esté sin Cristo, despierte ahora y huya de la ira por venir. La ira del Dios Todopoderoso se cierne ahora sobre una gran parte de esta congregación. Que cada uno huya de Sodoma: "Dense prisa y escapen por sus vidas; no miren tras sí, escapen al monte, no sea que perezcan."

martes, 12 de agosto de 2014

GRACIA INMERECIDA



                              TOTALMENTE POR GRACIA - CHARLES SPURGEON






Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
Efesios 2:8

E
ste versículo es un resumen de todas las cosas que les he predicado todos estos años. Dentro del círculo de estas palabras está contenida toda mi teología relativa a la salvación de los hombres. Me gozo también al recordar que los miembros de mi familia que me han precedido en el oficio de ministros de Cristo, han predicado esta doctrina y ninguna otra.
Mi padre, que todavía es capaz de dar su testimonio personal por el Señor, no conoce ninguna otra doctrina, como tampoco mi abuelo conoció ninguna otra doctrina
Recuerdo todo esto por el hecho que una circunstancia más bien singular, grabada en mi memoria, nos vincula a mi abuelo y a mí a este texto. Esto ocurrió hace ya mucho tiempo. Yo era esperado para predicar en un cierto pueblo localizado en uno de los condados del oriente de Inglaterra. No siempre sucede que llego tarde, pues yo siento que la puntualidad es una de esas pequeñas virtudes que puede prevenir grandes pecados. Pero sucede que nosotros no tenemos ningún control acerca de las demoras de los trenes ni de sus fallas mecánicas. Así pues llegué con un considerable retraso al lugar donde me esperaban para predicar.
Como eran personas razonables, ya habían dado comienzo al servicio y habían progresado hasta el sermón. Conforme me aproximaba a la capilla, me di cuenta que alguien estaba predicando desde el púlpito, y ¿quién era el predicador? ¡Era mi querido y venerable abuelo! Él me vio entrar por la puerta principal y me siguió con la vista mientras yo me abría paso en medio de la multitud, y de inmediato dijo: “¡Aquí viene ya mi nieto! Él puede predicar el Evangelio mejor que yo, pero no puede predicar un mejor Evangelio; ¿No es verdad, Charles?” Mientras me abría paso entre la muchedumbre, yo le respondí: “Tú puedes predicar mejor que yo. Te ruego que continúes.” Pero él no estuvo de acuerdo con mi petición. Yo debía tomar la palabra en ese momento, y así lo hice, continuando con el tema exactamente donde mi abuelo lo había dejado. “Precisamente,” dijo él, “yo estaba predicando sobre la frase ‘Porque por gracia sois salvos.’ He estado proclamando la fuente y el origen de la salvación; y ahora les estoy mostrando su canal, es decir, por medio de la fe. Ahora te toca continuar a ti.”
Yo me siento como en mi casa en medio de todas estas gloriosas verdades de tal manera que no tuve ninguna dificultad en tomar el hilo del sermón de mi abuelo allí donde él lo dejó para unirlo a mi propio hilo, y continuar la predicación sin ninguna interrupción. Nuestra identificación mutua con las cosas de Dios, hizo fácil y posible que fuéramos predicadores conjuntos del mismo sermón.
Yo continué la predicación del sermón a partir de “por medio de la fe,” y después proseguí al siguiente punto, “y esto no de vosotros.” En ese momento, cuando estaba explicando la debilidad y la incapacidad de la naturaleza humana, y la certidumbre que la salvación no podía ser de nosotros, mi querido abuelo me hizo una seña jalando de mi saco y tomó nuevamente su turno en la predicación. “En relación al tema de nuestra naturaleza humana depravada,” dijo el buen anciano, “yo conozco casi todo acerca de eso, queridos amigos”; así que tomó la palabra, y por los siguientes cinco minutos hizo una solemne y humilde descripción de nuestro estado caído, la depravación de nuestra naturaleza y la muerte espiritual en la que fuimos encontrados.
Cuando hubo terminado su explicación hecha de una manera muy interesante, el nieto retomó la palabra, para gozo del querido anciano; pues, cada vez y cuando repetía en un tono lleno de ternura: “¡Muy bien! ¡Muy bien!” Una vez dijo: “Repite eso una vez más, Charles,” y, por supuesto, yo lo repetí. Fue un feliz ejercicio para mí, que pudiera participar en ese dar testimonio de verdades tan vitales y que están muy grabadas en mi corazón.
Al anunciar este texto me parece oír la querida voz de mi abuelo, que hace tanto tiempo se fue de esta tierra, diciéndome: “REPITE ESO UNA VEZ MÁS.” Yo de ninguna manera contradigo el testimonio de nuestros antepasados que ahora están con Dios. Si mi abuelo pudiera regresar a la tierra, me encontraría allí donde me dejó, firme en la fe, y fiel a esa forma de doctrina que ha sido una vez dada a los santos.
Voy a analizar el texto brevemente, haciendo unas cuantas declaraciones. La primera afirmación está claramente contenida en el texto:

I. HAY SALVACIÓN HOY.

El apóstol dice: “sois salvos.” No dice: “serán,” o “ustedes pueden ser”; sino que dice: “sois salvos.” No dice: “ustedes son parcialmente salvos,” ni tampoco “en vías de ser salvos,” ni tampoco “esperanzados en la salvación”; sino que dice: “por gracia sois salvos.” Que este punto nos quede tan claro como lo era para Pablo, y no debemos descansar hasta saber que somos salvos. En este instante o somos salvos o no somos salvos. Eso es claro. ¿A cuál de los dos grupos pertenecemos? Espero que, por el testimonio del Espíritu Santo, podamos recibir la seguridad de nuestra salvación como para cantar: “Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación.” No me voy a detener en este punto, sino que voy a pasar al siguiente.

II. LA SALVACIÓN PRESENTE DEBE SER POR GRACIA.

Si se puede afirmar de alguien, o de cualquier grupo de personas “tú eres salvo,” debemos agregar siempre las palabras “por gracia.” No hay ninguna otra salvación hoy excepto la salvación que comienza y termina con la gracia. Hasta donde yo sé, no hay nadie en el ancho mundo que pretenda predicar o poseer una salvación disponible hoy, excepto aquellos que creen que la salvación es sólo por gracia. Nadie en la Iglesia Católica afirma ser salvo ahora, completamente y eternamente salvo. Afirmar eso sería una herejía para ellos. Algunos pocos católicos pueden esperar entrar al cielo cuando mueran, pero la mayoría de ellos tienen el miserable prospecto del purgatorio ante sus ojos. Vemos constantes solicitudes de oraciones a favor de las almas que han partido, y esto no sería necesario si esas almas fueran salvas, y glorificadas con su Salvador. Las misas por el reposo del alma apuntan a la salvación incompleta ofrecida por la Iglesia Católica. Y así es, puesto que la salvación ofrecida por el Papa es una salvación por obras, y aun si fuera posible la salvación por medio de buenas obras, ningún hombre puede estar seguro que ha hecho suficientes buenas obras para tener segura su salvación.
Entre las personas que habitan entre nosotros, encontramos a muchos para quienes la doctrina de la gracia es algo totalmente extraño, y ellos no pueden ni siquiera soñar acerca de la salvación disponible hoy. Posiblemente confían que pueden ser salvos cuando mueran; esperan a medias que después de años de una santidad vigilante, puedan tal vez ser salvos al final; pero ser salvos ahora, y saber que son salvos, es algo que está más allá de ellos, y lo consideran una presunción.
No puede haber salvación presente a menos que sea sobre esta base: “por gracia sois salvos.” Es algo digno de nuestra atención que nadie se ha levantado para predicar la salvación que podemos recibir hoy por medio de obras. Pienso que sería algo demasiado absurdo. Puesto que las obras no son terminadas, la salvación es incompleta; o si la salvación fuera completa, el principal motivo del legalista se habría desvanecido.
La salvación debe ser por gracia. Si el hombre está perdido por el pecado, ¿cómo puede ser salvo excepto por medio de la gracia de Dios? Si ha pecado, el hombre está condenado; y ¿cómo es posible que él, por sí mismo, pueda revertir esa condenación? Supongan que él guarda la ley todo el resto de su vida. Él solamente habrá hecho lo que siempre estuvo obligado a cumplir y todavía sería un siervo inútil. ¿Qué ocurrirá con su pasado? ¿Cómo pueden ser borrados sus pecados? ¿Cómo puede ser rescatado de su antigua ruina? De conformidad con las Escrituras, y de acuerdo con el sentido común, la salvación sólo puede ser posible por medio de la gracia de Dios que es inmerecida.
La salvación en el tiempo presente debe ser por el favor inmerecido de Dios. Las personas pueden pretender la salvación por obras, pero no van a escuchar que nadie apoye su propio argumento diciendo: “Yo soy salvo por lo que he hecho.” Eso equivaldría a una superficialidad vacía a la cual muy pocos hombres recurrirían. El orgullo difícilmente consideraría una presunción tan extravagante. No, si somos salvos, debe ser por el favor inmerecido de Dios. Nadie profesa que sostiene el punto de vista opuesto.
Para que la salvación sea completa debe por ser por causa del favor inmerecido. Cuando los santos se mueren, nunca acaban sus vidas esperanzados en sus buenas obras. Quienes han vivido las vidas más santas y útiles invariablemente miran la gracia inmerecida en sus momentos finales. Nunca he estado junto al lecho de algún hombre piadoso que haya depositado toda su confianza en sus oraciones, o en el arrepentimiento o en la religiosidad. He escuchado a hombres eminentemente santos que en su lecho de muerte citan las palabras: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.” De hecho, entre más se acercan los hombres al cielo y entre más preparados están para entrar en él, más plena es su confianza en el mérito del Señor Jesús y más intensamente aborrecen toda confianza en ellos mismos.
Si esto sucede en nuestros últimos momentos, cuando el conflicto está casi terminado, debemos sentir más aún que es así mientras nos encontramos en lo duro del combate. Si un hombre es salvo en este tiempo presente de guerra, ¿cómo puede serlo si no es por medio de la gracia? Mientras tiene que deplorar el pecado que habita en él, mientras tiene que confesar innumerables deficiencias y trasgresiones, mientras el pecado esté mezclado en todo lo que hace, ¿cómo puede creer que es completamente salvo excepto que se deba al inmerecido favor de Dios?
Pablo se refiere a esta salvación como que ya pertenece a los Efesios: “por gracia sois salvos.” Los Efesios eran dados a artes exóticas y trabajos de adivinación. Por tanto habían hecho un pacto con los poderes de las tinieblas. Ahora, si gente como esa fue salvada, tiene que ser solamente por gracia. Así sucede con nosotros también. Nuestra condición original y nuestro carácter requieren que, si somos salvos de alguna manera, debemos agradecerlo al favor inmerecido de Dios. Yo sé que esto es así en mi caso; y creo que la misma regla es válida para los demás creyentes. Esto está bastante claro, y así continúo al siguiente encabezado:

III. LA SALVACIÓN PRESENTE POR GRACIA DEBE SER POR MEDIO DE LA FE.

Una salvación presente debe ser por medio de la gracia, y la salvación por gracia debe ser por medio de la fe. Nadie puede asirse de la salvación por gracia por ningún otro medio que no sea la fe. Este carbón ardiente tomado del altar requiere de las tenazas de oro de la fe que deben transportarlo. Yo supongo que hubiera sido posible, si Dios así lo hubiera querido, que la salvación se hubiera podido obtener a través de las obras, y sin embargo también por medio de la gracia; pues si Adán hubiera obedecido perfectamente la ley de Dios, habría hecho solamente lo que estaba obligado a hacer, y así, si Dios lo hubiera recompensado, la propia recompensa habría sido de conformidad a la gracia, pues el Creador no le debe nada a la criatura. Habría sido muy difícil que este sistema operara, aunque su objeto era perfecto; pero en nuestro caso no habría funcionado del todo. La salvación en nuestro caso significa la liberación de la culpa y de la ruina, y esto no podría ser alcanzado por medio de buenas obras, pues no estamos en condiciones de llevar a cabo ninguna buena obra.
Supongan que yo les predicara que ustedes como pecadores deben realizar ciertas obras, y después de hacerlas serán salvos; y supongan que ustedes pueden realizarlas; una salvación así no sería considerada como que se ha obtenido completamente por gracia. Pronto se vería como algo que se ha ganado. Entendida de esa manera, la salvación vendría a ustedes, hasta cierto punto, como la recompensa por el trabajo realizado, y todo su aspecto habría cambiado.
La salvación por gracia sólo puede ser agarrada por la mano de la fe. Cualquier intento de tomarla llevando a cabo ciertos actos de la ley haría que la gracia se evaporara. “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia.” “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.”
Algunos tratan de alcanzar la salvación por gracia a través de ceremonias; eso no funciona. Son bautizados, confirmados y llevados a recibir “el santo sacramento” de las manos del sacerdote, si son católicos o son bautizados, se hacen miembros de una iglesia, participan de la cena del Señor, si pertenecen a otros grupos. Yo les pregunto: ¿Acaso esto les trae la salvación? Les pregunto de nuevo “¿Tienen la salvación?” No se atreven a decir que sí. Si ustedes afirmaran que tienen una salvación de algún tipo, yo estoy seguro que no estarían pensando en la salvación por gracia.
Tampoco pueden alcanzar la salvación por gracia por medio de los sentimientos. La mano de la fe está construida para agarrar la salvación presente por medio de la gracia, pero el sentimiento no está adaptado para ese fin. Si dices: “Debo sentir que soy salvo, debo sentir una cierta medida de tristeza y otra medida de gozo, o de lo contrario no voy a admitir que soy salvo,” pronto encontrarás que este método no podrá dar una respuesta. Creer por medio de tus sentimientos sería lo mismo que ver con tu oído, o saborear con tu ojo, o escuchar con tu nariz. No son los órganos adecuados para eso.
Una vez que has creído, puedes gozar la salvación al sentir sus influencias celestiales; pero soñar que puedes alcanzar la salvación por medio de tus sentimientos es tan insensato como intentar llevar la luz del sol en la palma de tu mano, o el aliento del cielo en las pestañas de tus ojos. En todo este asunto hay un absurdo esencial.
Más aún, la evidencia producida por el sentimiento es singularmente voluble. Cuando tus sentimientos son pacíficos y llenos de deleite, súbitamente pueden ser cambiados y se tornan inquietos y tristes. El más voluble de los elementos, la más débil de las criaturas, la circunstancia más despreciable, puede hundir o levantar nuestros espíritus. Los hombres experimentados cada vez dan menos valor a las emociones presentes al reflexionar cuán poca confianza se puede depositar en ellas.
La fe recibe la verdad que Dios ha establecido en cuanto a cómo alcanzar Su perdón inmerecido, y de esta manera trae salvación para el creyente; pero el sentimiento, el ardor bajo el influjo de sermones apasionados, la entrega delirante a una esperanza que no se atreve a examinar la realidad, dar vueltas y vueltas como en una danza extática que se vuelve necesaria para poder sostenerse a sí misma, todo eso es solamente una agitación mecánica como un mar embravecido que no puede descansar. A causa de sus esfuerzos y trabajos, el sentimiento puede caer fácilmente en la tibieza, el decaimiento, la desesperación y todos los males relacionados. Los sentimientos son un conjunto de fenómenos nublados y llenos de viento que no pueden dar ninguna confianza en referencia a las verdades eternas de Dios. Ahora proseguimos nuestra presentación:

IV. SALVACIÓN POR GRACIA POR MEDIO DE LA FE Y ESTO NO DE NOSOTROS.

La salvación y la fe, y toda la obra de la gracia en su conjunto, no son de nosotros. En primer lugar no lo hemos merecido. No constituyen la recompensa por nuestros buenos esfuerzos del pasado. Nadie que no haya nacido de nuevo ha llevado una vida tan buena que Dios está obligado a darle mayor gracia, y a concederle la vida eterna; pues ya no sería más por gracia, sino como una deuda. La salvación nos es dada, nosotros no la ganamos. Nuestra vida inicial es siempre una vida de extravío lejos de Dios y nuestra nueva vida que constituye nuestro retorno a Dios es siempre el resultado de una misericordia inmerecida, derramada sobre quienes necesitan grandemente de esa misericordia, pero que nunca la han merecido.
No es de nosotros en otro sentido, no viene de nuestra excelencia original.La salvación viene de arriba; nunca evoluciona a partir de nuestro ser interior. ¿Acaso la vida eterna puede desarrollarse de las costillas desnudas de la muerte? Algunos se atreven a decirnos que la fe en Cristo, y el nuevo nacimiento son únicamente el desarrollo de cosas buenas que permanecen escondidas en nosotros por naturaleza; pero en esto, como su padre, hablan por sí mismos. Señores, si un hijo de ira es dejado para que se desarrolle, ¡cada día será un mejor candidato para el lugar preparado para el diablo y sus ángeles! Pueden tomar al hombre que no ha sido regenerado y pueden educarlo hasta el más alto nivel; pero él permanece y debe permanecer para siempre muerto en pecado, a menos que venga un poder superior para salvarlo de sí mismo. La gracia introduce en el corazón un elemento enteramente extraño. No mejora las cosas existentes ni las hace perpetuas; sino que mata y regenera. No hay continuidad entre el estado natural y el estado de gracia: el uno es oscuridad y el otro es luz; el uno es muerte y el otro es vida. La gracia, cuando nos llega, es como un carbón arrojado en el mar, donde ciertamente se apagaría con facilidad si no poseyera una cualidad milagrosa que es capaz de sorprender las inundaciones de las aguas, estableciendo su reino de fuego y luz aun en los abismos.
La salvación por gracia, por medio de la fe, no es de nosotros en el sentido de que es el resultado de nuestro propio poder. Estamos obligados a considerar la salvación ciertamente como un acto divino al igual que la creación o la providencia o la resurrección. En cada punto del proceso de salvación, esta palabra es apropiada: “y esto no de vosotros.” Desde el primer deseo de salvación y a todo lo largo del proceso hasta la plena recepción de la salvación por fe, es de principio a fin únicamente del Señor y no de nosotros. El hombre cree, pero esa fe es solamente un resultado entre muchos de la implantación de la vida divina en el alma del hombre por el propio Dios.
Aun el simple deseo de ser salvos por gracia no es de nosotros, sino que es un don de Dios. Allí está la clave del asunto. Un hombre debe creer en Jesús: es su deber recibir a Quien Dios ha designado para que sea la propiciación por los pecados. Pero el hombre no quiere creer en Jesús; prefiere cualquier otra cosa a la fe en su Redentor. A menos que el Espíritu de Dios convenza su juicio y fuerce su voluntad, el hombre no tiene corazón para creer en Jesús para vida eterna.
Yo le pido a cualquier hombre redimido que reflexione sobre su propia conversión y que explique cómo llegó a ser salvo. Te volviste a Cristo y creíste en Su nombre: estos fueron tus propios actos y hechos. ¿Pero qué fue lo que te hizo volver a Cristo? ¿Qué fuerza sagrada fue esa que te hizo volverte del pecado a la justicia? ¿Atribuyes esta singular regeneración a la existencia de algo mejor en ti por sobre cualquier cosa que se haya podido descubrir en tu vecino inconverso? No, tú confiesas que podrías haber sido lo que tu vecino es ahora si no hubiera sido porque algo potente tocó el resorte de tu voluntad, iluminó tu entendimiento, y te guió a los pies de la cruz. Llenos de gratitud confesamos ese hecho; debe ser así. La salvación es por gracia por medio de la fe, no es de nosotros, y nadie soñaría en honrarse a sí mismo por causa de su conversión, o por causa de cualquier efecto de la gracia que ha fluido de la primera divina causa. Por último:

V.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” La salvación puede ser llamada Teodora, o el don de Dios: y cada alma que es salva puede apellidarse Dorotea, que es otra forma de decir lo mismo. Multipliquen sus frases y amplíen sus exposiciones; pero si le seguimos la pista a la salvación hasta llegar a su fuente, encontraremos que toda ella está contenida en el don indecible, y en la bendición inmerecida y sin medida del amor.
La salvación esel don de Dios, totalmente opuesto al concepto de un pago. Cuando un hombre paga a otro hombre su salario, hace lo correcto, y a nadie se le ocurriría abrumarlo de elogios por ello. Pero alabamos a Dios por la salvación porque no es el pago de una deuda, sino que es un don de la gracia. Nadie entra a la vida eterna en la tierra o en el cielo porque se lo ha ganado: es el don de Dios. Decimos: “Nada es más gratuito que un regalo.” La salvación es tan puramente, tan absolutamente un don de Dios, que nada puede ser más inmerecido.
Dios lo da porque Él decide darlo, de conformidad a ese grandioso texto que ha hecho que muchos hombres se muerdan el labio de rabia: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.” Todos ustedes son culpables y están condenados, y el Gran Rey perdona a quien quiere. Esta es su prerrogativa real. Él salva en Su infinita soberanía de gracia.
La salvación es el don de Dios: enteramente es un don de Dios, en oposición a la noción de crecimiento. La salvación no es un producto natural que surge de dentro: es traída de una zona foránea, y plantada en el corazón por manos celestiales. La salvación en su totalidad es un don de Dios. Si quieres alcanzarla, allí está, completa. ¿Quieres recibirla como un don perfecto? “No, yo la voy a producir en mi propio taller.” No puedes forjar un trabajo tan raro y costoso, sobre el cual el propio Jesús derramó toda la sangre de su vida. Aquí hay una túnica sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Te cubrirá y te llenará de gloria. ¿Quieres tenerla? “¡No, me voy a poner a trabajar en el telar y voy a coser mi propia túnica!” ¡Eres un insensato orgulloso! Estás tejiendo tu propia telaraña. Estás bordando un sueño. ¡Oh! que quisieras aceptar sin costo lo que Cristo declaró consumado sobre la cruz.
Es el don de Dios: esto es, está eternamente seguro en oposición a los dones de los hombres que muy pronto se desvanecen. “Yo no os la doy como el mundo la da,” dice nuestro Señor Jesús. Si mi Señor Jesús te da la salvación en este momento, la tienes, la tienes para siempre. Nunca te la va a quitar; y si Él no te la quita, ¿quién podrá hacerlo? Si Él te salva ahora por medio de la fe, eres salvo, tan salvo que nunca perecerás, ni nadie te arrebatará de Su mano. ¡Que así sea con cada uno de nosotros! Amén.

TEOLOGÍA BÍBLICA - SOMBRAS DE LA CRUZ EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

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