"Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá."
"Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto."
"Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan. Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví."
1 Reyes 12:26-28, 30-31 RVR1960
Jeroboam, primer Rey de Israel del norte luego de la división por causa de la idolatría de Salomón (1 Re. 11: 1-6).
Jeroboam había huido a Egipto perseguido por Salomón y estuvo allí hasta la muerte del Rey ( 1 Re. 11:40). Camino a Jerusalén Dios le había indicado por mano del Profeta Ahías que Israel se dividiría a causa del pecado de Salomón y que diez de las doce tribus serían gobernada por él (1 Re. 11:29-35).
Este hombre había sido usado para el propio Juicio contra Judá, pero en vez de Gobernar bien, confío en sus propias capacidades y no en la mano de Dios, estaba lejos de Rogar a Dios por la pronta unidad de su nación. Todo lo contrario, su ceguera y confianza en sí mismo le había llevado a pecar y hacer pecar a la casa de Israel.
Era tal la confianza en sí mismo, que no oró a Dios para la dirección correcta..
"Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel. Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la Casa de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá."
1 Reyes 12:25-27 RVR1960
No había preguntado a Dios sino a su corazón, muchas veces, como creyentes nos envolvemos en una falsa seguridad de nosotros mismos. Es bueno estar fuertes, pero fijémonos en no caer (1 Co. 10:12), sólo la mano de Dios nos sostiene.
Que nuestro cable a tierra sea nuestra convicción de flaqueza, y no nuestra caída, no somos fuertes sin Cristo, no solos, ni mucho menos en nuestro pensamientos.
Que Dios nos ayude a depender de él, pues sin el nada somos.
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